Esta técnica consiste en “mecanizar” ciertos movimientos del telar, de manera que se puedan generar patrones sin tener que “pepenar” los hilos manualmente en cada pasada de trama. Para lograrlo, se debe realizar el urdido de una manera especial, en una secuencia compleja y precisa de entrecruzamiento de hilos que varía según cada diseño. Una vez montada la urdimbre, se colocan al menos dos varas de lizo, que también seleccionan diferentes hilos de la capa superior o inferior, según un conteo exacto. La apariencia final de la tela es la de una superficie con relieve, en la cual los diseños se repiten de manera regular, por lo que se conoce como tejido labrado.
Mediante esta técnica se elaboraban los célebres enredos o “mantas coloradas” de Mitla, Oaxaca, prendas ceremoniales cuyo diseño remite a las elegantes grecas de los antiguos palacios zapotecos. También se emplea este procedimiento para tejer los espléndidos posahuancos, con sus franjas teñidas con caracol púrpura, añil y grana cochinilla, que orgullosamente visten las mujeres mixtecas de la costa oaxaqueña.