De buena factura, este pequeño óleo brinda una imagen fiel de Venustiano Carranza (1859-1920). La cabeza erguida y la mirada a lo lejos; su característica barba canosa y anteojos ovalados. Viste aquí traje negro de civil, signo de que fue retratado en su calidad de jefe político, no militar. El artista lo plasma de tres cuartos de perfil y da un toque luminoso al fondo; de esta manera logra delinear la cabeza y dar cierta profundidad a la sencilla composición. Existen muchas fotografías del personaje; por ellas sabemos que era un hombre muy alto, de gesto imperturbable y reflexivo, quizá incluso frío; normalmente vestía su uniforme militar, gris, de cuello alto y con botonadura dorada.
Carranza nació en Cuatro Ciénegas, Coahuila, donde inició su carrera política en 1887. En 1910 se unió a Francisco I. Madero en la lucha revolucionaria, y en 1911 fue nombrado Secretario de Guerra y Marina del gabinete provisional de Madero.
En noviembre de ese mismo año asumió el puesto de gobernador constitucional de Coahuila.
Fiel a los principios liberales y al federalismo, primero como presidente interino y luego electo constitucionalmente, impulsó reformas legislativas y administrativas. Su obra más importante fue lograr que se firmara la nueva Constitución, el 5 de febrero de 1917. Carranza tenía verdaderas dotes de estadista y buscó la conciliación de intereses de las distintas facciones revolucionarias, pero fue implacable con quienes no se sumaron a su mando.
En 1920 don Venustiano apoyó la candidatura presidencial de un civil, mientras el país aún seguía a los caudillos revolucionarios y el general Álvaro Obregón, que había luchado de su lado, aspiraba al poder. Al estallar la revuelta de Agua Prieta, decidió trasladar el gobierno por segunda ocasión a Veracruz, pero fue asesinado en el trayecto.