De acuerdo a Esteban Orta Rubio, investigador y catedrático navarro quien se ha dedicado a recopilar capítulos de la vida de Xavier Mina, a este se le retrató en su tiempo en dos ocasiones. Uno de estos retratos fue hecho en Madrid, en 1814, durante su estancia en la capital española. Se trata de un joven guerrillero que aparece montado a caballo, blandiendo un sable en su mano.

El otro retrato que existe es un cuadro al óleo que, a juicio de José M. Iribarren, otro especialista en la vida del navarro, corresponde a la época de su expedición a México, en 1817. De este cuadro, el pintor James Harrison realizó una copia en 1821, la cual se encuentra actualmente en el acervo del Museo Británico. Esta representación es la que ha sido reinterpretada en otros cuadros de Mina, incluido el del acervo del Museo de Historia Mexicana.

Los contemporáneos de Mina, entre los que se encuentra su lugarteniente Williams David Robinson, nos han brindado una personificación de él: “Su talla era de cinco pies y siete pulgadas (1.70 cm) y aunque no corpulento era bien formado…era afable, generoso, sencillo, humano y moderado, y unía a las dotes del militar los modales del hombre civilizado”.

La figura y el estudio sobre Xavier Mina, que fueron protagónicos para la historia mexicana, han sido retomados por la historiografía europea, quien ha indagado en fuentes de primera mano -archivos, correspondencia, testimonios- el tránsito y las gestas de este navarro que, en sus palabras quería “unir su lucha contra la tiranía de los americanos, así como el establecimiento de gobiernos en toda la extensión de la antigua monarquía”.