Introducción
En agosto de 2021, el Museo del Palacio cumple quince años de haberse inaugurado en la sede del poder estatal en Nuevo León: El Palacio de Gobierno. Este majestuoso edificio fue construido durante la gestión del general Bernardo Reyes. Fue diseñado, en un estilo neoclásico, por el ingeniero Francisco Beltrán. Su construcción inició en 1895 y finalizó en 1908, convirtiéndose en el espacio donde se asentaron los poderes del gobierno. Habrían de pasar casi cien años para que la planta baja del palacio, se remodelara y adecuara un museo donde se contara la historia del estado: una exposición permanente integrada por pinturas, fotografías, indumentaria y objetos de época, distribuidos en cuatro salas temáticas, convirtiendo al edificio en “un palacio para todos”.
Los Canteros de San Luis Potosí
Bernardo Reyes realizó un contrato con Agustín R. Ortiz, propietario de la cantera La Pila, ubicada en San Luis Potosí, para la compra del material con el que se habría de recubrir, en sus cuatro costados, al Palacio de Gobierno.
Como en Monterrey no existían trabajadores calificados para labrar la cantera, el general Reyes, contrató a canteros suficientes para realizar dicho trabajo en el mismo lugar donde se habría de levantar el Palacio. Los obreros provenían de San Luis Potosí y se establecieron en la parte norte de la capital regiomontana, que conformaron el barrio San Luisito, actualmente la colonia Independencia.
La fotografía que aquí se expone, fue tomada por Desiderio Lagrange a principios del siglo XX y muestra a algunos de estos canteros. La imagen es un documento histórico, pues a través de ella podemos conocer los rostros de la gente que “con mano firme, pero serena, iban labrando sobre la piedra cada uno de los bloques, el diseño que desde muy temprana hora, les había encomendado el arquitecto o el maestro de obra” (Saldaña, José P.)
El frontispicio
El frontispicio se refiere a la facha o la parte delantera de algún edificio. El del Palacio de Gobierno es monumental, está formado por ocho majestuosas columnas que tienen capiteles de orden corintio, caracterizado por su decoración vegetal. Las ventanas de la fachada son dobles. Las de la parte alta están rematadas por ocho águilas labradas en piedra, con las alas extendidas y mirando al frente. Las de la planta baja, por medallones con rostros femeninos propios de la región e igualmente tallados en cantera rosa.
Sobre el remate del pórtico se levanta una estatua metálica de 2.80 metros de altura que representa a la Victoria alada. Ésta descansa sobre un mundo y el conjunto se apoya en un pequeño frontón, cuyo frente se encuentra ornamentado por una águila labrada, con las alas extendidas, mirando hacia la derecha. Debajo de la estatua, en 1985, se colocó la réplica de la Campana de Dolores que, de acuerdo con la tradición, tañe el Gobernador la noche del 15 de septiembre, en la tradicional Ceremonia del Grito de Independencia.
El vestíbulo
Al entrar al edificio podemos apreciar las escalinatas que fueron elaboradas en granito. En ambos lados del pórtico, viendo hacia el sur, observamos seis vitrales donde se representan las figuras de Miguel Hidalgo y Costilla, Benito Juárez, Fray Servando Teresa de Mier, Mariano Escobedo, Ignacio Zaragoza y Juan Zuazua. Estos vitrales fueron colocados a finales del año 2017, para sustituir a los originales que fueron dañados tras realizarse una serie de disturbios en la ciudad que afectaron considerablemente la decoración del Palacio. Los vitrales, confeccionados hacia 1906, fueron hechos por la prestigiosa Casa Pellandini y estaban decorados por el pintor catalán Víctor Marco Urrutia. Su destrozo fue una pérdida irreparable al patrimonio del Estado. La empresa de vitrales Casa Montaña, con sede en Torreón, Coahuila, fue la responsable de elaborarlos para que nuevamente fueran colocados en los ventanales de la edificación.
En la parte superior del vitral del centro se encuentra un óleo monumental con el Escudo de Armas de Nuevo León, que en 1943 fuera realizado por el pintor Ignacio Martínez Rendón. El proyecto fue elaborado por una comisión de cuatro miembros de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, A.C. Ellos fueron los historiadores Santiago Roel, José P. Saldaña. Carlos Pérez Maldonado y Héctor González.
El Patio Central
El Patio Central está flanqueado por adustas columnas cuadrangulares labradas, que rematan en elegantes arcos elípticos. En la parte alta las columnas son circulares y estriadas, con similar remate de las mencionadas.
Cabe destacar que los barandales metálicos colocados en la planta alta del edificio, que rodean al Patio Central, fueron fabricados por la prestigiosa y ya desaparecida empresa siderúrgica Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey.
En su mayoría, los mosaicos del piso de los corredores fueron sustituidos por otros similares a los originales, para lo cual se emplearon las mismas técnicas de elaboración con que, a principios del siglo XX, se fabricaron los anteriores.
El Antiguo Congreso
Este espacio es otro de los más destacados del Palacio. Cuenta con un amplio vestíbulo y lo que fue en su tiempo la Sala de Sesiones del H. Congreso del Estado.
Esta sala conserva, más en detalle, su carácter original. Cuenta con la ornamentación de su cielo, candiles de principios del siglo XX, balcones de madera y butaquería de la sala que antiguamente ocupaba el público que asistía a los debates parlamentarios.
Al frente de la sala, se encuentra el presidium que ocupaban los legisladores. Tiene un arco en la parte frontal sobre el que están inscritas las fechas de promulgación de las constituciones políticas del Estado: 1825, 1857 y 1917, así como la frase del Lic. Benito Juárez: “El respeto al Derecho ajeno es la paz”.
El Museo
Inaugurado el 30 de agosto de 2006, el Museo del Palacio surge de la inquietud por contar, en la ciudad de Monterrey, con un espacio de reflexión para el habitante y el visitante del estado de Nuevo León, en torno a la organización política -a través de los diferentes regímenes-, en la que se forjó la actual sociedad neolonesa: desde las antiguas monarquías que repercuten en la Colonia, hasta la consolidación de la República, nos obliga a pensar en un pasado al que nos enfrentamos desde el presente. De esta manera el tema abordado por la exposición permanente implica la realización de un viaje de ida y vuelta, en donde realmente lo que nos motiva a realizar ese recorrido, es nuestra preocupación por el futuro.