Las numerosas figurillas de acróbatas en diferentes posturas que proceden de Colima y Nayarit, asi como su presencia en las tumbas de tiro, han hecho pensar a los arqueólogos que la acrobacia no sólo era muy apreciada por estos grupos, sino que tenía un carácter ritual, pues la disciplina y las posturas practicadas podrían haber producido la alteración de los estados de conciencia.
Esta hermosa vasija en barro rojo pulido parece confirmar tal idea. El artesano ha representado una postura de arco y ha colocado la «boca» de la vasija en el punto del ombligo. El énfasis está en el volumen del cuerpo, en tanto la cabeza es proporcionalmente muy pequeña.