La fotografía era una novedad en la época del segundo Imperio y los retratos se popularizaron en todas las clases sociales; el emperador contribuyó a este auge con la comisión de sus fotografías en todos los actos públicos.
Este peculiar prendedor reúne varios atractivos: es un portarretratos de dos caras, que muestra por un lado a Carlota y por el otro a Maximiliano, en fotografías miniatura.
Además, es una joya de factura mexicana elaborada en lámina de oro con pequeñas perlas y otras piedras preciosas, que enmarcan los retratos formando una especie de escudo. Se acostumbraba dar este tipo de objetos como regalo entre personas leales a los emperadores.