Biblioteca del niño mexicano
En los últimos años del siglo XIX, el patriotismo, los valores nacionales y el civismo constituyeron un eje central para la educación en México y se buscaba definir la identidad nacional con la finalidad de unir ideológicamente a los ciudadanos. Una de las estrategias que se emplearon para este fin, consistió en difundir la historia entre los niños a través de relatos que combinaron hechos históricos con leyendas, y así promover el amor por la patria y la admiración por los ‘héroes’ nacionales.
Un ejemplo de las publicaciones que tenían este objetivo fue la Biblioteca del niño mexicano, editada entre 1899 y 1901 por los italianos Carlo y Alessandro Maucci, en una colección de 110 relatos escritos por el novelista Heriberto Frías, con portadas ilustradas por José Guadalupe Posada.
Estos ejemplares, que miden nueve por doce centímetros, constaban de relatos breves cuyos temas abarcan cuatro siglos, en cinco series: Relatos de tradición indígena, Descubrimientos y conquistas, Época colonial, Independencia y Reforma.
Fueron publicados por entregas, y a menudo tenían relación temática o cierta continuidad, sin que por ello tuvieran que leerse en determinado orden, ya que cada uno contaba y concluía una historia. Aunque las publicaciones no eran un instrumento escolar, fue tal su éxito comercial y editorial, que no se descarta que fueran usados por los profesores para reforzar alguna lección de historia.
La popularidad que alcanzaron estos pequeños libritos se debió a la mancuerna entre narrativa e imagen. Frías escribió textos comprensibles, breves, llenos de fantasía y suspenso; Posada, por su parte, logró imprimir una visión estética de la narración: héroes, fusilamientos, pelotones en combate y batallas épicas, que fomentaron el discurso sentimental entre los niños hacia el heroico pasado de la patria.
El Museo de Historia Mexicana resguarda en su acervo cerca de cincuenta ejemplares de esta colección.
Heriberto Frías
Heriberto Frías (1870-1925) fue un periodista combativo, además de novelista e historiador. Enlistado en el servicio militar activo, en 1892 participó en la represión de los rebeldes tomochitecos en la sierra de Chihuahua. A raíz de esa experiencia publicó por entregas en el periódico El Demócrata la novela Tomochic, testimonio valiente que causó su baja temporal del ejército. A partir de 1906 se manifestó como crítico constante del régimen de Porfirio Díaz.
Con respecto a su narrativa en la Biblioteca del Niño Mexicano, Frías tuvo un tono cercano y didáctico para con sus “lectorcitos” o “amiguitos” como él mismo los llama; el vigor y el sentido de legitimidad de sus anécdotas radicó en los personajes de pasiones extremas, capaces de acciones violentas o sacrificios, así como en la emoción del narrador al contemplar los hechos históricos.
José Guadalupe Posada
Reconocido como el más grande grabador mexicano, José Guadalupe Posada (1852-1913) tuvo una obra prolífica. Sus famosas calaveras recrean los tipos y la vida popular con ironía. Fue un agudo caricaturista, cuya imagen fue mitificada a partir de la necesidad de concebir un arte popular que expresara el sentido de la Revolución mexicana.
En la Biblioteca del Niño Mexicano, Posada imprimió su firma solo en algunos dibujos de las últimas series de esta colección. En los trazos empleó un diseño suelto, donde se puede observar su habilidad para construir una acción dramática. Los grabados de estas portadas fueron de los pocos trabajos de Posada que se imprimieron por medios mecánicos mediante la técnica de cromolitografía.