Introducción
Iconografía
Este óleo muestra la figura del arcángel san Miguel de cuerpo entero, con alas, en un entorno etéreo, parado sobre una nube en la que, a sus pies, sobresalen varios querubines. Su indumentaria recrea la de un soldado romano vestido con traje militar de gala: lleva una cota o corpiño anatómico de escote cuadrado, adornado con el sol, la luna, las estrellas y motivos florales; un morrión emplumado que le cubre la cabeza y botas a media pierna al estilo del calzado de los legionarios.
Con su brazo derecho eleva una espada, atributo distintivo que resalta su jerarquía como capitán general del ejército celestial y su carácter guerrero. La balanza que sostiene en su mano izquierda, simboliza su relevancia como el ejecutor de la justicia de Dios en el día del juicio final.
Contexto histórico
La devoción a san Miguel es de las más remotas en la Iglesia. Los judíos lo consideraban “protector del Pueblo de Dios” y la primitiva tradición cristiana, lo veneró como “príncipe de los ángeles y defensor de las causas divinas” *.
Aunque son escasas las ocasiones en que san Miguel aparece citado en la Biblia, es el arcángel que ha despertado mayor devoción, superando a Gabriel y Rafael, arcángeles canónicos. Su nombre y aspecto aparece mencionado en el Libro de Daniel, como “ángel protector de Israel e interviene en sus luchas defendiendo los intereses del pueblo de Dios” y en el Apocalipsis, al señalar que es “el paladín que dirige a los ejércitos celestiales en la lucha contra Satanás y los rebeldes, a los que arroja del cielo”.
Algunos especialistas en historia del arte, como Mario Ávila Vivar y Samuel García Lasheras**, señalan que el culto a este arcángel tuvo un notable desarrollo durante el siglo XV en la Europa cristiana. Prueba de ello es la proliferación de sus imágenes, en las que aparece como vencedor en la lucha contra Lucifer o como “pesante de almas”, de ahí que dos de sus atributos principales sean la espada y la balanza.
Dentro de las creaciones artísticas del México virreinal, las representaciones pictóricas y escultóricas de san Miguel predominaron sobre otras figuras de corte angélico; se le relacionó a la lucha contra la idolatría y como preservador de la evangelización.
El culto al arcángel se extendió a otras manifestaciones visuales, como tallas en madera, marfil y piedra. También fue adoptado como personaje de pastorelas y obras de teatro. Además, es frecuente que su nombre acompañe la dedicación de las ciudades y los nombres de pueblos al momento de su fundación.
*José María Satrústegui, “Reminiscencias de culto precristiano en la devoción a san Miguel” en Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra, 1970.
** Mario Ávila Vivar, La iconografía de San Miguel en las series angélicas, Centro de Conservación y Restauración de Castilla-La Macha, España, 2016.
Samuel García Lasheras, “San Miguel Arcángel en la imaginería gótica oscense” en Revista de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses, Aragón, España, 2003.