Introducción
El acordeón es un instrumento armónico de viento, que se compone de un fuelle, un diapasón y dos cajas armónicas de madera. Fue patentado en Viena hacia 1829, pero sus antecedentes se remontan a 1700 cuando se utilizaba instrumentos de lengüeta y órganos soplados en conjunción.
El acordeón llegó a México junto con los migrantes checos, austriacos y polacos que se asentaron en el país para trabajar en la naciente industria norestense. El instrumento se adoptó en el país y se empezaron a interpretar ritmos europeos como polkas y chotices; años más tarde surgirían las primeras composiciones de autores mexicanos.
Uno de los pioneros de la música de acordeón en el norte de México es Antonio Tanguma Guajardo. Nacido en el municipio de China, Nuevo León, a finales del siglo XIX, el llamado “Rey del acordeón” se dedicó en su infancia y adolescencia a las labores del campo en haciendas y ranchos, y en sus ratos libres practicaba con acordeones prestados; sus primeras composiciones datan de 1914.
Tanguma emigró a los Estados Unidos donde se empleó en diferentes faenas que le permitieron adquirir su propio acordeón. Regresó a su ciudad natal en 1929, contrajo matrimonio y se dedicó al trabajo de campo y a la música, realizando presentaciones en algunas rancherías.
A partir de 1938, cuando se estableció en Monterrey, Tanguma se dedicó exclusivamente a la música. Grabó alrededor de 26 discos y dejó un legado de más de 100 composiciones, entre las que se encuentran “El Cerro de la Silla”, “Evangelina”, “Naranjo”, las cuales son un referente de la música típica del noreste. Las ventas de sus discos le valieron la obtención de 15 discos de oro en su carrera, los cuales se otorgaban por un millón de copias vendidas.
Antonio Tanguma también se dedicó a la enseñanza del acordeón, en la Dirección de Educación Pública como profesor de música y como músico acompañante de agrupaciones de danza folclórico norteña. El compositor falleció en diciembre de 1989; en 2001, el escultor Cuauhtémoc Zamudio hizo un busto de Tanguma, el cual se colocó en el cruce de las calles Zuazua y Aramberri en el centro de Monterrey, donde año con año se le rinde homenaje.