«Las armas nacionales se han cubierto de gloria» reportó el general Ignacio Zaragoza. Una primera batalla ganada a un enemigo poderoso. la victoria del «Cinco de Mayo» levantó el espíritu nacional y dio ánimo a los republicanos para resistir una larga intervención. Dos pinturas de pequeño formato conmemoran en nuestra colección reiterados relatos de los que todos querían ser parte. En tanto las obras de Ramos dibujan apacibles panorámicas en las que los escenarios atestiguan acciones colectivas, estas joyas anónimas de atmósfera romántica se centran en el vigor de la acción, ilustrando la pericia y el arrojo individual de los combatientes en una verdadera exaltación épica.
El cuadro de formato vertical describe la lucha cuerpo a cuerpo entre un soldado zuavo y un zacapoaxtla que, uniformado de mantay huaraches, se lanza con impulso decisivo empuñando la bayoneta sobre el enemigo.
Atrás, la bandera tricolor ondea enmarcada por las nubes de tormenta justo en el momento en que escampa y sale el sol, para, completar la estampa de emotivo nacionalismo. El valor de los indígenas de la guardia Nacional de Puebla se consideró un factor determinante para la victoria.
Sin duda obra del mismo artista, la pintura de formato apaisado muestra el embate de la caballería sobre la formación de la infantería enemiga. El movimiento refrenado de los caballos y el ataque de los jinetes a fuerza de sable ilustra el intenso ritmo del combate entre la confusión y polvareda.
Con un impecable dibujo, equilibradas intensidades de color y una perspectiva de degradación tonal, este maestro del género ilumina episodios individuales con alusiones a un contexto más vasto, logrando una efectiva tensión narrativa.