En la actualidad, en algunas ciudades del mundo, la gente se transporta mayormente a bordo de un automóvil, autobús, camioneta, metro y un sinfín de vehículos eléctricos o automotores. Cuando salimos de viaje utilizamos trenes, autobuses, aviones, embarcaciones marítimas, entre otros. Pero hasta principios del siglo XX, muchos de estos medios no existían o no eran como los conocemos hoy.
En la última mitad del siglo XIX la mayoría de la gente, recorría grandes distancias a pie. Algunos contaban con animales de carga como caballos, burros y mulas para el trasporte de productos y mercancías. Aquellos que tenían más recursos, entre los que se encontraban los hacendados, propietarios mineros o grandes comerciantes, utilizaban carruajes y calandrias para los mismos fines.
Cuando la revolución industrial llegó a México, durante la gestión del presidente Porfirio Díaz, una de las primeras industrias en las que se hizo presente fue en la de los transportes. Con gran influencia llegó proveniente de Francia la bicicleta, uno de los inventos más innovadores y nobles de la humanidad.
En Monterrey, las bicicletas empezaron a venderse hacia 1880 y se conseguían a través de comerciantes que las traían de otras ciudades o fuera del país. Durante esos años, tener una bici era un símbolo de estatus pues su precio era muy alto. Con el tiempo, la gente las prefirió y su uso se popularizó pues eran más baratas que un caballo, podían guardarse en cualquier lugar y eran más eficientes para trasladarse en distancias cortas.
La Gran Bi, data de 1870 y es de origen inglés. Su uso se remitía sobretodo al ocio y esparcimiento ya que, por sus características, no era fácil para usarse para otros fines de transportación. No por ello dejan de asombrarnos sus proporciones y la destreza que requirieron aquellos que conducían un vehículo como este.