Introducción
El abanico es uno de los objetos imprescindibles cuando el calor es extenuante y no se cuenta con aparatos eléctricos que mitiguen las altas temperaturas.
Podemos imaginar que los primeros humanos agitaron hojas de árboles de tamaño suficientemente considerable para refrescar el cuerpo y alejar a los insectos, pero la invención propiamente de este accesorio se remonta a las civilizaciones egipcia, babilónica y persa, pues hay testimonios pictóricos y literarios de su uso. Estos primeros abanicos eran rígidos y estaban elaborados con plumas, juncos, bambú, papiro, pergamino o madera.
Se cree que los primeros abanicos plegables, como los que tenemos en el Museo del Palacio, tuvieron su origen en Oriente, aproximadamente 900 años antes de nuestra Era, y que quienes lo confeccionaron se basaron en el pliegue de las alas de los murciélagos. Muchos siglos después, los portugueses fueron quienes extendieron su uso en Europa, cuando se abrieron las rutas comerciales en Oriente.
Luego, países como Francia, España, Italia, Holanda y Alemania se especializaron en la confección de abanicos en papel y seda, creando una industria que dotaba a estos artilugios de materiales costosos, como el marfil, el carey, la madreperla y el oro, para satisfacer la demanda de estos complementos de moda.
A finales del siglo XIX se alcanzó la cima artística de los abanicos y a nuestro país llegaron las últimas tendencias de ellos, influenciados por la moda francesa que se desplegaba durante el Porfiriato.
A la par, el abanico sirvió para desarrollar un complejo código o lenguaje secreto, mediante el cual las damas podían comunicarse con sus pretendientes sin decir una sola palabra, y así evitar cualquier escarnio de los tutores. A través de los movimientos del abanico, rápido o lento, hacia un lado u otro, o la colocación del mismo en cierto sentido, las mujeres eran capaces de hacer citas para verse con sus enamorados o rechazar firmemente cualquier proposición que no les agradara.
El abanico pues ha servido como objeto ceremonial, tesoro, recuerdo, regalo, complemento de moda, artículo coleccionable y producto publicitario.