Las tejedoras nahuas, purépechas, tepehuas y de algunas culturas de Guerrero y Oaxaca suelen elaborar finas prendas con la técnica de gasa. En Aranza, Michoacán, se emplea esta estructura para tejer rebozos, mientras que en la Sierra Norte de Puebla las mujeres nahuas la utilizan para elaborar el quechquémitl, prenda suntuaria de la región. Hasta mediados del siglo XX, las zapotecas de Santiago Choápam, Oaxaca, tejían finos huipiles empleando una refinada combinación de gasas con tramas discontinuas y envolventes, un sofisticado conocimiento que se ha perdido irremediablemente.
La gasa es un ligamento muy sofisticado, similar a un encaje o a un deshilado, pero hecho en el telar de cintura. Se forma al torcer y cruzar entre sí dos o más hilos de urdimbre, sujetándolos con varas de lizo adicionales que se alzan en una secuencia ordenada mientras se inserta la trama. En Atla y Cuacuila, Puebla, se conserva el conocimiento de la gasa figurada, en el cual se pepenan manualmente los hilos que formarán figuras, para “regresarlos” al estado de tejido sencillo o “potenciarlos” mediante un torcido múltiple llamado gasa compleja. Sobre la gasa puede, adicionalmente, tejerse decoración con la técnica de brocado de trama.