El repujado barroco en plata de grueso volumen es el rasgo más destacado de este atril para las Sagradas Escrituras.
La dignidad de la divina palabra está respaldada por las imágenes de san Pedro, a nuestra derecha, reconocible por los atributos papales y las llaves, y posiblemente san Agustín, doctor y padre de la Iglesia, a quien frecuentemente se representaba con una pequeña iglesia como signo de su labor edificante.