El incienso ha sido empleado en diversas culturas como medio de purificación y como ofrenda para honrar a los reyes y dioses. En la tradición cristiana, es uno de los dones que los magos de Oriente llevan al Niño Dios en la Epifanía. En la liturgia cristiana se utiliza para honrar los símbolos sagrados, entre otros fines.

La colección del Museo de Historia Mexicana cuenta con algunos incensarios virreinales de distintos estilos. Constan de un recipiente en forma de copa y una cubierta de campana repujada y calada en plata.

El calado es imprescindible para permitir el flujo de los humos aromáticos. Una larga cadena permite asegurar el cierre de los dos cuerpos y balancear la pieza en el rito del sahumerio.

La pieza que mostramos está concebida como unidad. La copa tiene un sobrio trabajo de cincelado con diseños de flores. La campana lleva en la parte inferior una cenefa calada de cuadrángulos esquinados, y hacia arriba se alternan espejos con volutas bifurcadas. La combinación de las líneas de los espejos, las volutas y los vacíos hace de éste un hermoso legado de la platería del barroco novohispano.