La adusta formalidad de este niño de entre diez y doce años conmemora sin duda una ocasión especial. El candor de sus hermosos ojos castaños se ciñe a la disciplina del cabello recién cortado, el traje gris y el brazo en posición firme, que posiblemente descansa en un bolsillo inferior. La camisa lleva anudado al cuello un pañuelo a manera de corbata. El atuendo es severo para pensar en una celebración personal; acaso se trate de un uniforme: un pequeño estudiante, por eso sostiene sobre su pecho no uno, sino dos libros. la guirnalda que cuelga de su antebrazo es signo de alguna distinción recibida, pues de otra forma no habría sido incluida: es una marca de color extraña a la unidad del conjunto.

El cuadro tiene escritos algunos datos en la esquina inferior derecha: posiblemente el nombre del personaje, la firma del artista y una fecha, pero sólo el año es legible, 1852. Gobernaba México el general Mariano Arista, electo constitucionalmente, pero la efervescencia de la contienda entre conservadores y liberales dominaba la escena. los poetas románticos y los intelectuales vinculados con el poder promovían la educación pública y el progreso de las comunicaciones para la prosperidad de la patria. No es ya la época en que la pertenencia a un grupo social, el patrimonio familiar o las canonjías definen al individuo, sino su acción en el mundo. El niño que vemos se planta sobre el principio del estudio para forjar su futuro.