En mesoamérica existía una especie de perro que en náhuatl se conocía como izhuintle. Se acostumbraba cebar a estos ejemplares pequeños y lampiños como alimento. Además, se creía que eran representantes del dios que siglos más tarde los aztecas llamaron xólotl, y que eran los encargados de acompañar a los muertos en el difícil viaje hasta su destino final en el inframundo. Los perros de cerámica, que en ocasiones también se elaboraban como vasijas, son típicos del área de Colima.
Existen numerosas representaciones humorísticas que los muestran con grandes vientres y actitudes humanas, incluso de pie y bailando o abrazándose uno con otro. La pieza que aquí presentamos está elaborada en barro rojo bruñido y se distingue por su gran sonrisa.