Esta serie de condecoraciones, montadas en una cadena que se prende por ambos extremos a la indumentaria, se portaba sobre el traje de civil, de calle o etiqueta. Realizadas en oro, las pequeñas medallas eran más discretas y elegantes, y permitían reconocer el grado y méritos del portador en una sociedad donde la trayectoria militar legitimaba el ascenso político, la prosperidad económica y la buena opinión.
Las dos series que se muestran son parte del legado de insignias militares atribuido al general Jerónimo Treviño (1836-1914). Oriundo de Cadereyta Jiménez, Nuevo león, Treviño inició su carrera militar en la guerra de Reforma, en la que alcanzó el grado de capitán. Estuvo en el Sitio de Puebla en 1863 y tuvo a su cargo la Comandancia de la Ciudad de México al triunfo de la República.
En 1867 participó en el Sitio de Querétaro, de donde se retiró herido, y ese mismo año recibió el grado de general de brigada y fue electo gobernador constitucional de Nuevo león.
Se le reeligió para un segundo periodo, pero después de la tercera elección fue declarado triunfador aun cuando había sido derrotado. En 1871 apoyó el Plan de la Noria de Porfirio Díaz, ganando varias batallas. Nuevamente tomó las armas en 1875, en apoyo al Plan de Tuxtepec; fue entonces cuando obtuvo el grado de general de división. Se retiró del ejército en 1884, pero a la caída de Díaz, en 1911, volvió a asumir la comandancia de la III Zona Militar.
El general Treviño combatió el bandolerismo y las incursiones de comanches y apaches. Tuvo la concesión de los ferrocarriles de Monterrey y del Golfo, las dos líneas que llegaban a la ciudad, y constituyó una empresa que desmontaba terrenos baldíos. Además, fue un agente decisivo para el establecimiento de industrias extranjeras en Nuevo león. El veterano militar debió utilizar estas piezas de joyería que reproducían las condecoraciones de sus victorias y trayectoria patriótica en la época en que estaba retirado y dedicado a sus actividades empresariales.