Introducción
Tras el levantamiento armado de 1910, los gobiernos posrevolucionarios pusieron especial énfasis en la reforma y extensión de la educación popular como una vía para lograr la regeneración del tejido social después de varios años de enfrentamientos. La iniciativa educativa con jurisdicción nacional fue forjada por políticos, funcionarios e intelectuales durante varios años hasta que, el 3 de octubre de 1921, se oficializó el decreto con el que el entonces presidente Álvaro Obregón creó la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Bajo la dirección de José Vasconcelos, quien había sido rector de la Universidad Nacional y uno de los principales precursores de la nueva secretaría, la SEP emprendió la reorganización y modernización profunda de la enseñanza mexicana. Una de las herramientas más eficaces para lograr estos objetivos fue el proyecto artístico y cultural que determinó el lugar no solamente del maestro, sino también del intelectual y del artista en la sociedad. De esta forma, el arte, y más ampliamente la cultura, tendrían un lugar privilegiado en la vida nacional mexicana pues ya no serían sólo de consumo exclusivo de las élites sino parte de una producción accesible a toda la ciudadanía.
Así, la SEP acogió a jóvenes pintores, escritores y poetas que pronto se incorporaron a la política cultural, pues fueron contratados para proyectos artísticos y, en muchos casos, se integraron a la burocracia educativa como maestros de dibujo o funcionarios culturales. Tal fue el caso de personajes como Roberto Montenegro, Adolfo Best Maugard, Jaime Torres Bodet, Gabriel Fernández Ledesma, Francisco Díaz de León, Rosario Cabrera, Lola Cueto y Graciela Amador, entre otros.
Con programas de envergadura nacional, la SEP dio una orientación más pedagógica y popular a la producción artística y cultural del país. A ciento dos años de distancia, el Museo de Historia Mexicana, en colaboración con el Museo Nacional de San Carlos, presenta El proyecto artístico y cultural de la SEP (1921-1946), un recorrido por diversos programas e iniciativas culturales que la secretaría produjo durante más de dos décadas: libros, pinturas, fotografías, grabados, esculturas, teatro guiñol, música y cine; como testimonio de un esfuerzo fructífero y revolucionario que buscó instaurar por primera vez en nuestro país el pleno derecho de la sociedad a la educación, al arte y la cultura.
1921: La creación de la Secretaría de Educación Pública
La idea de crear una Secretaría de Educación Pública Federal se forjó durante los años que siguieron a la lucha revolucionaria de 1910. José Vasconcelos, en ese entonces miembro del Ateneo de la Juventud, un movimiento intelectual que pugnaba por el desarrollo del arte y la educación y que contaba con el apoyo de personajes como Justo Sierra, fue uno de los principales artífices de la propuesta que buscaba reformar el sistema educativo nacional.
En este nuevo ideario, la federalización permitiría, en primer lugar, restablecer una cierta unidad en los métodos pedagógicos que se aplicaban en toda la República, a la vez que daría oportunidad de imponer orden y cohesión en la distribución y el funcionamiento de todas las escuelas. En segundo lugar, se lograría realizar una aspiración perpetuamente postergada: la instauración de una verdadera educación popular.
Tras la reforma del artículo 73 constitucional, que permitió centralizar el control de las escuelas primarias, secundarias y de bellas artes, el 25 de julio de 1921, el entonces presidente Álvaro Obregón decretó la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), medida que fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados. El 3 de octubre del mismo año, se oficializó dicho decreto en el Diario Oficial de la Federación.
Al mismo tiempo, el proyecto de la nueva secretaría contempló la rehabilitación de un edificio en el centro histórico de la Ciudad de México para albergar sus nuevas oficinas. El predio elegido fue el del Ex Convento de la Encarnación, en el que también estuvieron los edificios destinados a la Escuela de Jurisprudencia y la Escuela Normal de Señoritas en la Calle República de Argentina. Con una superficie de 8500 m2 y un costo de 800, 000 pesos, el edifico se inauguró el 9 de julio de 1922 como una obra “moral, vasta y compleja” que se convirtió en el centro simbólico de las políticas educativas a nivel nacional.
Arte y cultura para la educación
Al finalizar la contienda revolucionaria, la intelectualidad mexicana se encargó de discutir el papel que tendrían arte y la cultura en el proceso de reconstrucción nacional: ¿Cuál debía ser el trasfondo que impulsara la producción cultural en una sociedad que se recuperaba de una guerra civil y qué rol debía jugar el nuevo Estado en dicho proceso? En este sentido, la propuesta de la Secretaría de Educación Pública (SEP) creada por José Vasconcelos sentó sus bases sobre dos premisas esenciales: un ideal democratizador del arte y la cultura; y una concepción del maestro, el artista e intelectual, en tanto “misioneros” que conducirían al pueblo mexicano hacia un nuevo destino, en el que la educación sería la base de la transformación social.
Dentro de la estructura de la SEP, Vasconcelos incluyó un Departamento de Bellas Artes en el cual se concentraron las direcciones de Enseñanza especial y las instituciones y escuelas como el Conservatorio Nacional de Música y la Escuela de Bellas Artes. Se trataba no solamente de que el arte y la cultura fueran accesibles a toda la población y perdieran su carácter elitista, sino también de transformar a fondo los lenguajes del arte, al proponer nuevas directrices para una educación artística más libre de los preceptos académicos y de los cánones europeizantes.
En esta sección de la muestra se reúnen tres de los proyectos pedagógicos más importantes de la posrevolución: el Método de dibujo Best Maugard, las Escuelas de Pintura al Aire Libre y la Escuela Libre de Escultura y Talla Directa, planteamientos que buscaban promover la creación artística entre niños y jóvenes desde una perspectiva nacionalista.
Misiones culturales
Desde su llegada a la Rectoría de la Universidad Nacional, José Vasconcelos tuvo como propósito acercar la universidad y la educación al pueblo. El primer proyecto ligado con este ideal fue la campaña de alfabetización, que constituía una cruzada contra la ignorancia y a favor de la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Tras asumir la titularidad de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Vasconcelos trasladó los planes que había concebido para la Universidad, a la recién creada instancia gubernamental. Se fundaron cuatro departamentos que se convirtieron en los ejes centrales del programa educativo vasconcelista: Bellas Artes, Educación Indígena, Bibliotecas y Alfabetización.
El Departamento de Alfabetización fue encomendado a Eulalia Guzmán, quien creo brigadas conformadas por maestros y voluntarios, que tenían la misión de trasladarse por toda la República Mexicana con el propósito de impartir enseñanza de escritura, lectura y cultura a los sectores menos favorecidos del país.
Para 1923 esta propuesta se estableció oficialmente con el nombre de Misiones Culturales, a las que se sumó el programa de Bibliotecas Móviles como parte de una estrategia integral en la que, una vez que se había enseñado a leer y escribir, se promovía la lectura por medio de bibliotecas que viajaban por todo México ofreciendo una vasta variedad de títulos que iban desde obras clásicas y lecturas dirigidas especialmente a campesinos y obreros, hasta cuentos y compendios de corridos populares.
Las Misiones Culturales dieron visibilidad al arduo trabajo de los maestros rurales que pronto se erigieron como el estandarte del esfuerzo de reconstrucción nacional, pues a través de la impartición de conocimiento, dotaban al pueblo de un arma eficaz para combatir la desigualdad social para encaminar al país hacia su regeneración y progreso.
Otras expresiones artísticas
Desde su creación, el proyecto de la Secretaría de Educación Pública (SEP) comprendió un sistema estructurado que abarcaría todas las actividades educativas y culturales. Además de las artes plásticas, el teatro, la danza, la música y el cine fueron parte esencial del proyecto artístico y cultural de la SEP a través de su Departamento de Bellas Artes.
En 1933, el entonces secretario Narciso Bassols designó al músico Carlos Chávez como director del Departamento de Bellas Artes. Aunque breve, su gestión dio un impulso importante a la producción dancística, musical y cinemática nacional. Aquí destaca la producción de la película Redes, una cinta que se realizó de acuerdo con los lineamientos educativos, políticos y sociales de Bassols que abogaban por los derechos de los trabajadores. En colaboración con el músico Silvestre Revueltas y el fotógrafo Paul Strand, quien también fue comisionado para inspeccionar las actividades artísticas de las escuelas rurales del estado de Michoacán, Redes fue el proyecto piloto para elaborar una serie de películas educativas que siguieran las teorías socialistas y la visión colectivista que la SEP tenía en esos años.
Al mismo tiempo, se concibieron otras propuestas como Troka, el poderoso, una serie de cuentos infantiles concebidos por Germán List Arzubide con el fin de acercar al niño mexicano a los avances tecnológicos de su época. El surgimiento de Troka en el espacio radiofónico en febrero de 1932, coincidió con una de las etapas doradas de la radio cultural de México; aquella en la que escritor Agustín Yáñez estuvo a cargo de la XFX, estación oficial de la SEP. Desde sus inicios en 1924 y bajo la dirección inicial de María Luisa Ross, la radiodifusora de la secretaría se propuso educar a los radioescuchas a través de cursos dirigidos a públicos específicos: obreros, campesinos, amas de casa y niños principalmente.
Finalmente, como parte de sus programas de educación física, la SEP comenzó a contratar maestros de danza para las escuelas públicas desde 1930 y establecer una escuela especializada en 1932 fue un paso fundamental para la profesionalización de la disciplina. Dirigida en un inicio por el artista guatemalteco Carlos Mérida, con la bailarina Nellie Campobello como su asistente y quien después asumiría la dirección, la escuela propuso un programa de tres años en el que se incluyó danza clásica, danza regional, así como diseño de escenografías y vestuarios.
Lectura para todos
Durante las décadas de 1920 y 1940, la Secretaría de Educación Pública (SEP) realizó una importante labor editorial como respuesta a la inquietud de proporcionar al pueblo lecturas útiles e interesantes que acrecentaran su cultura y garantizaran la continuidad de su educación, en especial la del maestro rural como guía y ayuda en su nueva tarea de relacionar la escuela con la vida.
Además de los clásicos, comenzaron a editarse obras de carácter más didáctico y con un fin nacionalista como la Historia Nacional de Justo Sierra, de la que se editaron 100,000 ejemplares y el Libro Nacional de Lectura con el mismo tiraje. Se editaron también Lecturas para mujeres, una selección de prosas y poesías hecha por la escritora chilena Gabriela Mistral, quien fue empleada por la SEP entre 1922 y 1924; así como los hoy afamados dos volúmenes de Lecturas clásicas para niños, que pretendían llevar a las infancias lo mejor de la producción literaria: leyendas del lejano Oriente y de América, el poema del Cid y del Quijote, entre otros.
Por su parte, la creación de la Comisión Editora Popular en octubre de 1935 significó un nuevo impulso al esfuerzo de poner el libro al alcance de las clases trabajadoras, en especial de los obreros que, hasta ese entonces, habían sido desatendidos. La serie Simiente y SEP, destinadas a las escuelas rurales y urbanas respectivamente, fueron editados con un tiraje de un millón y medio de ejemplares, mientras que otras publicaciones fueron una suerte de folletos de propaganda sobre la escuela socialista.
Finalmente, durante la gestión de Jaime Torres Bodet de 1943 a 1946, se dio continuidad al proyecto editorial con revistas y periódicos infantiles como Chapulín, la revista del niño mexicano.