Hoy es un hecho evidente la integración económica, social y cultural del noreste mexicano y Texas. Pero sus vínculos tienen una historia que va desde los nómadas cazadores-recolectores, habitantes de estos territorios durante milenios, hasta la demarcación de la región en el Virreinato. Al entrar a esta sala se despliega un mapa satelital topográfico del noreste contemporáneo en el que en primera instancia pueden distinguirse los límites naturales de la región.

Con la Independencia de México logra afirmarse la identidad de los habitantes del noreste. No obstante, para 1836 Texas se separa de México y se agrega más tarde a Estados Unidos. Hombres originarios de esta región participaron activamente en la Revolución Mexicana, y por eso se dedica un espacio a mostrar su pensamiento. También se da ejemplo de la evolución de la radio en el siglo XX pues fue aquí donde se instaló la primera estación experimental de radio del país.

Después de todos los conflictos militares y políticos previos, parece haberse dado una tregua. Porfirio Díaz desactivó problemas fronterizos con una hábil diplomacia. Iniciaba así la etapa en la que estas diferencias no volverían a situar a los dos países al borde de una guerra. Estas condiciones de relativa paz fueron a su vez propicias para atraer la inversión extranjera al noreste. Los ferrocarriles contribuyeron al desarrollo de la agricultura, la minería y la industria al facilitar la circulación de mercancías.

Durante diez años la República de Texas sostuvo con dificultad su independencia, lo que desembocaría en la provocación de una guerra contra México. Mas el designio expansionista de Estados Unidos maduraría con la anexión de la República de Texas en 1845. En 1848 se firmó el tratado de Guadalupe-Hidalgo, con el que terminó la guerra de intervención norteamericana. México cedió gran parte de su territorio del norte a Estados Unidos y la frontera del noreste quedó sobre el río Bravo. La definición de este límite internacional provocaría conflictos bélicos y sociales en ambas naciones.

Como consecuencia de la guerra civil estadounidense y el cierre de los puertos del país norteamericano, la producción algodonera de los estados americanos sureños se transportó al Bravo, para exportarse desde la boca del río por territorio mexicano. En esta sala se encuentra la recreación a escala de un barco de vapor, medio ideal para transportar el algodón, así como una paca de esta materia prima tan demandada en Europa en esta época.

Al llegar aquí aparece el espacio geográfico de los primeros esbozos de las entidades del noreste. En un mapa en mosaico del noreste mexicano y Texas se observa la distribución territorial de los estados y las principales ciudades que los conformaban. Cuando se consuma la Independencia, las Provincias Internas de Oriente se reintegraron a una diputación provincial en la que afloró la pugna entre Monterrey y Saltillo, pues ambas ciudades deseaban erigirse en cabecera regional.

Al finalizar el primer tercio del siglo XVIII la integración territorial del noreste colonial estaba incompleta. Esa región estratégica fue muy vulnerable ante las crecientes rivalidades entre España y otras potencias europeas. Para agravar la situación, la presencia de los indios de las praderas se convirtió en una amenaza. La representación de indios comanche y apache en esta sala nos habla de la abrupta movilización de estos grupos hacia la región. Se hace urgente consolidar los asentamientos humanos y contrarrestar los ataques de los indios, de ahí que surja el sistema militar de presidios.

La construcción de sistemas hidráulicos como norias, azudas y acequias, permitió la mejora de los cultivos y la simplificación del estilo de vida de los pobladores. Para comprender el mecanismo que pone en funcionamiento estos sistemas, se encuentra en la sala una réplica a escala de una noria y una azuda.

Al finalizar el primer tercio del siglo XVIII la integración territorial del noreste colonial estaba incompleta. Texas había sido objeto de una refundación luego de años de abandono. Sin embargo, el gigantesco territorio de la costa del Seno Mexicano permanecía hasta entonces sin dominar; abarcaba una extensión de litoral situado entre la barra del Pánuco y la Bahía del Espíritu Santo y de ahí hasta los linderos del Nuevo Reino de León.

En esta región estratégica el virreinato era muy vulnerable ante las crecientes rivalidades entre España y otras potencias europeas, que ya se manifestaban en el Golfo de México- Para agravar la situación, en la misma época se hizo evidente la presencia de los indios de las praderas en el septentrión oriental, una amenaza del interior continental de graves consecuencias.

Indios nómadas ocuparon gran parte del territorio noreste de México (lo que hoy es Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), así como el sur de Texas, desde que comenzó el poblamiento del continente americano. Su dominio del territorio terminó con la conquista y colonización españolas.

En este largo periodo de tiempo, los pobladores del noreste se adaptaron a las condiciones ambientales de la región y desarrollaron técnicas de caza, cultivo y recolección. La sangre también corrió en guerras y disputas entre los grupos nómadas, aunque también hay evidencia de intercambios comerciales.

La arqueología ha podido reconstruir el origen y desarrollo de los habitantes del noreste gracias a los hallazgos encontrados al norte y área meridional de Tamaulipas; en San Isidro y la cueva de La Calzada, en Nuevo León; en la cueva de La Candelaria, la laguna de Mayrán y la sierra de la Paila, en Coahuila; y en la meseta de Edwards y el cañón del río Pecos, en Texas.